Tras el proceso de selección de nuestra empleada del hogar interna o externa, empieza un ciclo de adaptación para ambas partes, tanto de la unidad familiar como de nuestra empleada.
En este artículo, os ofrecemos las cinco premisas más importante que debemos tener en cuenta para que nuestra empleada doméstica esté motivada en un entorno de buena convivencia.
1 – Formación e información
Ya hemos seleccionado a nuestra empleada doméstica. Se va a incorporar a nuestro día a día y, como no hay dos familias iguales ni dos casas iguales, debemos informar a nuestra nueva empleada doméstica del funcionamiento y las peculiaridades de nuestro hogar. Independientemente de su formación y experiencia, debemos ofrecerla indicaciones precisas sobre las distintas funciones para la que ha sido contratada.
Para conseguir que se familiarice nuestra empleada doméstica antes con la casa y la familia, debemos:
- Realizar con ella un recorrido por toda la casa, explicándole dónde se encuentra cada cosa que pueda necesitar así como dónde debe guardarla.
- Facilitar un horario general con las tareas principales establecidas: días en los que nuestra empleada doméstica debe cambiar y lavar la ropa de cama, cuándo debe realizarse la limpieza en profundidad de cierta estancia, cuándo planchar…
- Planificar ciertas tareas en función de las necesidades de los distintos miembros de la familia: horarios de comidas, visitas que se esperan, tiempos de descanso familiar…
- Indicar las recetas en función de nuestros hábitos alimenticios y preferencias. Asimismo, en el caso de que haya niños que coman fuera de casa, debemos facilitarle a nuestra empleada doméstica los menús escolares para planificar las demás comidas.También, es indispensable que esté informada de todas las alergias e intolerancias que pueda sufrir cualquier miembro de la familia así como si hubiera alimentos restringidos o costumbres particulares.
2 – Refuerzo positivo
No queremos solo una buena empleada doméstica, queremos que sea la mejor. Para conseguirlo, es necesario que durante los primeros días la observemos en las distintas tareas, sin agobiarla, e indicarla lo que es mejorable.
Si la hemos ido formando e informando, en pocos días nuestra empleada doméstica sabrá cómo actuar en cada momento; y si lo reforzamos con un seguimiento amable y paciente, lograremos muy buenos resultados.
3 – Adaptación y aprendizaje
Para una correcta adaptación de nuestra empleada del hogar debemos:
- Desterrar la impaciencia
- Resaltar sus habilidades, talentos, logros y/o reconocer su esfuerzo
- Señalar de forma constructiva lo corregible
- Manifestar cualquier consejo para mejor gestión del tiempo
- Escuchar y valorar sus sugerencias de mejora
4 – Respeto
El trato con la empleada doméstica, independientemente de nuestras preferencias por el tuteo o el tratamiento de “usted”, debe ser de respeto. Es obvio, pero es importante resaltarlo y que todos los miembros de la familia sean conscientes.
Nuestra empleada realizará de forma más efectiva las labores domésticas en un entorno familiar de normalidad y respeto.
Entre sus funciones no se encuentra lidiar con las faltas de respeto de un hijo díscolo en plena adolescencia o acostumbrarse a nuestras salidas de tono en función de nuestro humor o estado de ánimo.
Nuestras indicaciones e instrucciones deben ser dadas en un tono de voz adecuado, con un lenguaje apropiado y a través de mensajes claros, asegurándonos de su correcto entendimiento.
La relación de empleador-empleado se desarrollará en un clima de excelente convivencia siguiendo las más elementales reglas de educación. No es nada distinto a la relación entre jefe-empleado en cualquier otro sector, con la salvedad de que es en nuestra casa donde el empleado realiza su jornada de trabajo.
Por ello, es natural que durante la relación profesional se produzca cierta cercanía y familiaridad con nuestra empleada doméstica pero no se deben cruzar los límites y las distancias que nos hemos marcado.
Nuestra empleada del hogar va a conocer mucho de nosotros. Un clima de confianza es garantía para el buen desarrollo de su trabajo y una sana convivencia entre todos los miembros de la familia.
5 – Realismo y justicia
No podemos conseguir una excelente empleada doméstica si no somos unos excelentes empleadores domésticos.
Ayuda mucho a conseguirlo si, aparte de las recomendaciones anteriores, cumplimos estas dos premisas:
- No pedir imposibles. Debemos conocer las tareas para la que se contrata a la empleada doméstica y evaluar el tiempo necesario para desarrollarlas. De esta forma podremos establecer un calendario coherente, entre horas y trabajo.
- Pagar adecuadamente. El abono de su nómina debe realizarse en los días convenidos, un retraso injustificado en el pago menoscabará nuestra credibilidad ante la empleada del hogar. Es tan importante para ella disponer de su retribución en el día esperado como lo es para nosotros en nuestra actividad de trabajo.Los detalles que tengamos con nuestra empleada doméstica, así como regalos que queramos hacerle, no serán nunca susceptibles de computarse como parte de su nómina o para justificar un retraso.
Nuestra experiencia, como agencia de colocación de servicio doméstico durante casi 15 años y más de 3.500 hogares satisfechos, nos demuestra que siguiendo estas cinco premisas lograremos tener, en gran medida, un excelente personal de servicio doméstico.