Padres, educadores y cuidadores deseamos que los niños se porten bien, que sepan cómo comportarse en cada momento y lugar. Aunque intentamos enseñarles, no siempre logramos los resultados esperados y los niños acaban portándose mal.
¿Sabes por qué y cómo solucionarlo?
Para averiguar las razones por las que un niño se portal mal, lo primero que debemos hacer es definir qué es portarse mal, ya que en ocasiones lo que consideramos una mala conducta puede ser un comportamiento de los más lógico.
Vamos a intentar dar luz al tema a través de la experiencia de la pedagoga Jane Nelsen quien señala que el mal comportamiento de los niños se trata de falta de conocimiento, de competencias, de un estado de desánimo en el pequeño o simplemente de conductas propias de la edad. Seguro que tus hijos se van portando peor a medida que va avanzando la tarde. No es que empiecen a portar mal porque sí, sino que empiezan a estar más cansados e incluso hambrientos, lo que les provoca mayor irritabilidad. Se trata de conductas normales y adecuadas a su edad. De hecho, a los adultos nos pasa lo mismo pero somos capaces, a veces, de controlarlo.
Según el psiquiatra y educador Rudolf Dreikus, el objetivo de todo ser humano es ser tenido en cuenta, necesitamos sentirnos queridos y valorados. Y por supuesto, los niños también lo necesitan.
Un niño que se porta mal es un niño que desea que le tengan en cuenta y persigue uno de los cuatro “objetivos erróneos”. Dreikus los llama erróneos porque se basan en creencias erróneas por parte de los pequeños.
- Busca atención: El niño piensa que solo le tenemos en cuenta cuando le prestamos atención, de modo hará todo lo posible para que le hagamos caso.
- Busca poder: piensa que le tenemos en cuenta cuando nada él o, por lo menos cuando no mandamos nosotros.
- Busca venganza: Siente que no le tenemos en cuenta y nos devuelve el daño.
- Demostración de incapacidad: considera que es imposible que le tengamos en cuenta así que se da por vencido.
Los niños no son conscientes de este razonamiento y si les preguntamos por qué se han portado mal, seguramente respondan: “no lo sé” porque realmente, no lo sepan.
Los niños que no se portan bien buscan que les tengan en cuenta exhibiendo conductas que son molestas en lugar de útiles. Y esto aleja y enfada al adulto. Pero lo que debemos hacer es analizar las causas que han provocado ese comportamiento para saber cómo actuar. Sabiéndolo, como padres, educadores o cuidadores debemos ayudarles a encauzar esa conducta.
El castigo es sólo una solución momentánea que no resolverá la situación; la emporará con el tiempo. En la educación positiva no tiene cabida el castigo que convierte a los niños en adictos de la aprobación o lo que es peor a renunciar a ellos mismo por miedo a las consecuencias.
La educación positiva que defienden Nelsen y Dreikus, aconseja que los adultos debemos mostrarnos firmes pero amables y respetuosos. Se centran en perseguir resultados a largo plazo, buscando niños que se sientan capaces, que contribuyan y que cooperen. Fomentan que los pequeños hagan lo correcto cuando nadie les está mirando.
Para ello, antes de corregir debemos conectar con el niño, que sepa que le entendemos pero que hay ciertos comportamientos que no se pueden tener.
Se debe abordar la solución en común, que el niño participe y se exprese. Cuando los niños se sienten tenidos en cuenta, involucrados y capaces, están más motivados para exponer soluciones y llevarlas a cabo.
La cooperación es clave y con todo ello aprenden valiosas habilidades sociales y de vida.