La alimentación de nuestros mayores es muy importante a lo largo de todo el año, pero es en otoño donde debemos extremar las precauciones ya son más propensos a una bajada de defensas y a sufrir enfermedades estacionales, como la gripe.
Nuestras expertas en el cuidado de ancianos nos señalan la importancia de su alimentación en esta época del año y nos dan algunos consejos importantes.
El proceso de envejecimiento trae consigo la reducción de los nutrientes necesarios y la alimentación juega un papel crucial en la salud de las personas mayores que deben tener un aporte regular de vitaminas, proteínas, fibra, etc.
Alimentación variada para las personas mayores
Además de los alimentos, que deben ser variados, como cuidadores de ancianos debemos tener en cuenta las cantidades y la forma de preparación. Las personas mayores necesitan consumir menos calorías ya que su metabolismo es más lento y tienen una vida más sedentaria. Si no regulan la cantidad, hay riesgo de sufrir obesidad, lo que lleva aparejado mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, diabetes, problemas circulatorios, etc.
También hay que tener en cuenta la forma de cocinarlos, para que no contengan demasiadas grasas.
Afecta a la salud física y psicológica de las personas mayores
Hay que tener en cuenta que una buena alimentación repercute, no solo es su salud física sino también psicológica.
“El acto de comer” va más allá de saciar el hambre; se trata de un acto social y de relación de los mayores con su entorno, con la familia, amigos y esto les reporta una satisfacción y estabilidad afectiva.
En muchas ocasiones, los mayores sufren depresión y, esta, causa un impacto decisivo en la alimentación porque al estar deprimidos, no se sienten útiles, se aíslan. Si además, lo relacionamos con la comida: cocinar para uno solo, comer en soledad, hacer la compra solos, etc. La depresión se acentúa y se crea un círculo vicioso: mal alimentados, menos defensas, más depresión, más enfermedad.
Decálogo de una alimentación saludable en personas mayores
- Sana, variada (incluyendo alimentos de todos los grupos), equilibrada y moderada.
- Cinco comidas diarias al día, procurando que las cenas no sean copiosas.
- Proteínas todos los días. Debe haber equilibrio entre las de origen animal, (carnes, pescados, lácteos y huevos) y las de origen vegetal. El consumo de pescado ha de ser mayor que el de carnes y se pueden tomar hasta cuatro huevos por semana.
- Hidratos de carbono principalmente a partir de hidratos de carbono complejos, que se encuentran en cereales, algunas verduras y hortalizas, frutas y leguminosas. Reducir el aporte de hidratos de carbono simples.
- Grasas saturadas animales (carne, embutidos, leche, queso, mantequilla, etc.) y vegetales (coco y palma) deben consumirse con precaución, no superando el 10% de la dieta. Hay que fomentar el consumo de grasas mono y poliinsaturadas (pollo, sardina, arenque, caballa, atún, bonito, salmón, aceite de oliva), y usar aceites vegetales, especialmente el aceite de oliva, para cocinar y aderezar.
- Debe aumentarse su consumo en lo posible. Se encuentra en cereales integrales, frutas con piel, hortalizas y leguminosas. La dieta ha de tener una alta variedad de frutas, verduras y legumbres, que además de fibra aportan vitaminas antioxidantes y minerales.
- Es uno de los principales nutrientes ya que favorece la prevención de infecciones y otorga resistencia física, entre otras. Si la dieta no proporciona el suficiente hierro, podemos sufrir anemia, fatiga, dolor de cabeza, insomnio, disminución en la concentración intelectual, dermatitis o menor resistencia a las infecciones. Unos problemas que se acentúan aún más en el caso de los ancianos. El hierro se encuentra en frutos secos, legumbres, vegetales de hoja verde (espinacas o acelgas), moluscos (berberechos y almejas), cereales y especias (comino, eneldo, pimienta, canela, etc.)
- Vitamina D y calcio. La vitamina D se encuentra en pocos alimentos (pescados grasos y alimentos fortificados). Los lácteos y los pescados pequeños con cabeza son los alimentos que mayor cantidad de calcio aportan. El consumo de lácteos ha de llegar a tres raciones al día y en caso de las mujeres a cuatro.
- Azúcar, dulces y sal. No deben excluirse de la dieta pero sí moderar su consumo.
- Líquidos. Los mayores van perdiendo la sensación de sed, así que es importante que creen rutinas de beber a intervalos regulares aunque no apetezca preferentemente agua, zumos, caldos, infusiones, etc. Es aconsejable limitar las bebidas estimulantes, carbonatadas y alcohólicas a un vasito en comida y en cena, siempre que no esté contraindicado.