Los límites son esenciales en la educación y en el cuidado de los niños. Hay familias y corrientes educativas de todo tipo, pero la mayoría de educadores y expertos, como el eminente neuropsicólogo Álvaro Bilbao del que nuestras expertas en el cuidado de niños y bebés nos apoyamos, los límites son esenciales para el buen desarrollo de los niños.
Los cuidadores de niños y padres debemos hacer un gran equipo para establecer, en sintonía, los límites que ayuden a los niños a enfrentarse con el mundo y con su propia frustración. A partir del tercer o cuarto mes de vida, un bebé ya es capaz de esperar periodos de tiempo cortos, de forma calmada. Y está demostrado que la capacidad del niño de fijar sus propios límites y de controlarse, son los mejores indicadores de éxito académico y social.
Cómo poner límites
Poner límites eficaces requiere de la actitud de saber que lo estás haciendo es bueno para el pequeño. La reacción debe ser inmediata, clara y segura. No debes permitir, como cuidadora de niños, madre o padre, que suceda aquello que no quieres que suceda. Recuerda que estás convencido de lo que es mejor para el niño.
Poniendo límites paramos conductas no deseadas, mejoramos el autocontrol del niño y facilitamos que busque alternativas a la acción no deseada que queremos evitar.
Y, por supuesto, siempre debemos poner ese límite con coherencia, dulzura y firmeza. En el momento en el que el niño vaya a hacer algo que no debe, dirígete a él, ponte a su altura, nunca a gritos desde lejos, con tranquilidad, cariño y firmeza le dices: “no, ahora no puedes a hacer esto”. Lo más adecuado es, además, proponerle una alternativa. Es probable que se enfade, que no quiera, pero es más probable que lo acepte si nota tu seguridad y tu cariño.
Las siete reglas para poner límites sin dramas:
- Pronto: Evita que la conducta negativa se arraigue en el niño y desde la primera vez que detectes un comportamiento que no es adecuado o no te gusta, pon el límite, no esperes.
- Antes: Intenta frenar ese comportamiento antes de que ocurra. Es más efectivo evitar una conducta no deseada que corregirla veinte veces.
- Siempre: El niño es muy probable que, aunque le hayas corregido, vuelva a realizar esa conducta inapropiada en otra ocasión y muchas veces más. No tenemos una varita mágica que cambie las cosas a la primera y los niños son curiosos y persistentes. Los límites deben ser claros, coherentes y debéis tenerlos siempre presentes.
- Consistentemente: Debe haber siempre un consenso entre los padres y la cuidadora, de nada sirve que uno le prohíba si los otros lo permiten. Debéis poneros de acuerdo en las reglas más importantes para el pequeño. Que note que sois un equipo y que hay coherencia entre vosotros.
- Tranquilamente: Sin gritos ni nerviosismo, porque si no lo haces así, el niño permanecerá en alerta y no te escuchará. Debes estar calmada para que pueda asimilar y aprender lo que le estás enseñando.
- Con confianza: Mantente firme y confiada en que lo que haces es lo mejor para el niño. Si nota tu seguridad, le será más fácil obedecer.
- Con ternura: Si nota tu cariño, sabrá que no es ataque y asimilará mejor el límite. Siempre, siempre, siempre, haz las cosas con cariño.
Poner límites no consiste en enfadarse ni hacer una escena, sino en que el niño actúe de la manera que estamos marcando, por su bien, y que incluso, puede ser divertido.
Poner un poco de juego y de risas rebajará la tensión, evitando que el niño sienta culpa y le ayudarás a que pueda hacer lo que le pides más fácilmente. Además, como señala nuestro experto neuropsicólogo Álvaro Bilbao, puede ser una gran oportunidad de fortalecer vuestro vínculo, sella con los padres o las cuidadoras de niños.
Ayudar a los niños a conocer y respetar los límites que con juicio y cariño les marcamos padres, educadores y cuidadores de niños, es una de las tareas más importantes que tenemos para favorecer su desarrollo intelectual y emocional.
Espero que los consejos que han preparado nuestras expertas en el cuidado de niños han preparado le hayan gustado y que les parezcan útiles.