Sentir la necesidad de cuidar a los demás por encima de las necesidades propias puede ser un acto altruista pero, si la situación no es equilibrada, llega a ser contraproducente y podemos acabar padeciendo el denominado Síndrome de Wendy.
Las personas que sufren el Síndrome de Wendy tienen una gran necesidad de aceptación y aprobación. Quieren agradar a los demás y focalizan todos sus esfuerzos en responsabilizarse del bienestar de otros, olvidándose de sí mismos. Experimentan frustración y sentimientos de culpa si no logran este objetivo y justifican su agotamiento y desazón desde la perspectiva del amor como sufrimiento.
El Síndrome de Wendy no es muy conocido; de hecho está muy relacionado con el Síndrome de Peter Pan, que el psicólogo Dan Kiley registró en 1983 y que se refiere a los individuos que no quieren crecer ni asumir las responsabilidades de la edad adulta. Lo habitual es que detrás de un Peter Pan se encuentre una Wendy dispuesta a satisfacer todas sus necesidades.
Pueden padecer el Síndrome de Wendy tanto hombres como mujeres pero son ellas las que, por una cuestión cultural, tradicionalmente solían ser las madres y esposas las que se han ocupado del cuidado familiar, suelen sufrir este síndrome. Se trata un amor tóxico que necesita tratamiento para quien lo padece ya que puede desembocar en depresión.
Los especialistas no se refieren al Síndrome de Wendy como una patología reconocida, sino más bien como una serie de conductas características que se realizan por unas causas concretas: miedo al rechazo, al abandono y deseo de complacer a los demás que desembocan en dependencia y sobreprotección hacia los demás, olvidándose de sus propias vidas.
Características del Síndrome de Wendy:
- Cree que es normal estar agotado y entregarse desinteresadamente
- Se siente imprescindible
- Entiende el amor como sacrificio
- No entra en conflicto para no molestar a los demás aunque sufra
- Pide perdón por todo aquello que no ha sabido o no ha podido hacer
- Los demás aceptan la entrega de la otra persona e incluso se vuelven exigentes.
- Antepone las necesidades de los demás a las propias constantemente
- Solo se siente útil ayudando a los demás y sacrificándose
- Tiene miedo a la soledad y el abandono
- Se responsabiliza de las tareas de los demás
- Se deprime por falta de atención y depende de la aceptación social
Síntomas que se suelen experimentar:
- Agotamiento físico y mental extremo
- Frustración
- Baja autoestima
- Depresión
El Síndrome de Wendy no tiene un origen concreto de un solo factor sino que puede derivarse de experiencias vividas en la niñez, de la educación recibida, de las características de cada persona y del momento vital que se esté experimentando en ese momento.
Los psicólogos advierten que muchas personas, en un determinado momento de sus vidas, actúan de esta forma y tienen estos síntomas pero para que realmente sufrieran el Síndrome de Wendy, estas acciones deben basarse en un miedo al abandono y han de ser constantes en el tiempo.
Terapia, buscar ayuda para salir del Síndrome de Wendy
En principio, es la propia persona la que debe reconocer que tiene un problema y quiera solucionarlo para poder establecer relaciones sanas y en igualdad. Son los especialistas los que establecerán el tratamiento cuyo objetivo es ayudar a identificar cuáles son sus responsabilidades y cuáles no para evitar asumir todos los deberes que no le corresponden.
Se deben crear relaciones equitativas donde se dé en la misma medida en que se recibe, así como incremental la autoestima personal. Se debe aprende a decir “no” cuando la ocasión lo requiere sin sentir sentimiento de culpa o frustración.
Los especialistas apuntan a aprender a responsabilizarse de la propia vida, madurando.
Y ser conscientes de los cambios en estos hábitos tan arraigados son lentos, pero beneficiosos a una vida plena y saludable.